Rincones del Atlántico

La almendra en Gran Canaria

"... Árbol precioso que medra con toda prosperidad en todas nuestras Islas, elevándose mucho y decorando con sus flores los primeros anuncios de nuestra temprana primavera ..."

Viera y Clavijo
Diccionario de Historia natural de las Islas Canarias

Margarita Navarro Rodríguez
Técnica de la Mancomunidad de Municipios de Medianías de Gran Canaria
Fotos: Sergio Socorro - MMMGC - Rincones


Desde la vertiente este a la oeste, en los altos de Gran Canaria destaca sobre el verde de tabaibas, tederas, escobones, codesos y retamas, la figura del árbol cumbrero por excelencia: El almendrero; mato robusto, agreste, fuerte, agradecido, vecero, silvestre.

Son los municipios de Tejeda, San Bartolomé de Tirajana, Valsequillo, Artenara, y de forma diseminada en el Cauce del Barranco de Guayadeque, las principales zonas de almendreros en la isla de Gran Canaria. Los tres primeros cuentan con la mayor superficie arbolada, cuya edad oscila entre los 50-40 y los 100 años de antigüedad. Es en el primer grupo donde se encuentran los más productivos.

La regeneración natural, en la inmensa mayoría del territorio, se ha combinado con distintas iniciativas de repoblación.

“Ya en el año 70 se planteó repoblar con almendreros las cumbres, pero las autoridades hicieron oídos sordos”. En la actualidad los alumnos del colegio de Tejeda mantienen un vivero de almendreros creado por ellos y el Cabildo de Gran Canaria prevé iniciar una experiencia de plantación directa.

Los agricultores de la zona no recuerdan cuáles son las variedades de almendreros que tienen, ni la procedencia del plantel; diferenciando las almendras por su sabor, su color, su tamaño, y la facilidad al partirlas. La mollar es la única variedad reconocida como tal y que garantiza sabor dulce. Las almendras amargas también se comercializan en su totalidad con el nombre de comunas. “... Era la costumbre poner una piedra en el tronco pa’ saber que amargaba...” En la zona de Valsequillo y Tejeda es común encontrar un alto porcentaje de almendras con doble pepita. También existen la denominada fallía, que no llegan nunca a llenar, o la moruna, pequeña y de difícil apertura pero muy dulce.

La recolección se llevaba y se lleva a cabo en los meses más calurosos: finales de agosto y septiembre. El vareador mediante una vara de eucalipto le da palos al árbol y van cayendo las almendras, siendo apañadas una a una. Si bien el vareo era cosa de hombres y la recogida, de mujeres y niños, el descascarar era cosa de todos. Esta labor se iniciaba el mismo día de la recogida e iba asociada a la reunión de personas, “juntas”, considerada una labor poco trabajosa ya que se realizaba en las noches veraniegas e iba acompañada de grandes tertulias. En algunas ocasiones estaban hasta las doce o la una y “venían algunos tocadores y hacían un baile familiar pa’ echar un rato”. Una vez descascaradas se secaban al sol, en tejados, eras o azoteas, dándoles al menos un volteo, para poder venderlas. En los años 60-70 se experimenta tal auge en el sector, que los grandes propietarios mecanizan el proceso de descascarado perdiéndose el sentido social de esta labor, las picarescas “juntas” desaparecen. Se instalaron 3 máquinas, que no tuvieron mucha aceptación porque majaban mucha almendra. Actualmente tan solo sigue en funcionamiento una en Valsequillo. Fue con la iniciativa LEADER I cuando los Ayuntamientos de Tejeda y Valsequillo adquirieron máquinas descascaradoras y partidoras. Tras permanecer algunos años en desuso, ahora se les busca ubicación para su puesta en marcha.

Tejeda es, sin duda, el municipio dónde aún perviven los usos del almendrero de una forma relevante, aportando economía y cultura, riqueza.

En la actualidad, es la fiesta del “almendro en flor” el acto sociocultural más emblemático de este municipio cumbrero. Toda la isla sube pa’ la cumbre y el día mayor de las fiestas la gente de los barrios de Tejeda se esmera por montar su bochinche donde reparten a los visitantes productos de la zona, y elaborados de almendras: mazapanes, garapiñadas, bienmesabes, dulces varios, mojo de almendras, licor, cortinas, collares, rosarios, carbón,...

El almendrero fue y es también, fuente de energía. La utilización de las cáscaras como combustible, costumbre en desuso, fue antaño muy valorada como moneda de cambio. En la actualidad hay quien las usa como “mulching” en sus cultivos. La madera se utiliza para la elaboración de carbón, actividad con mucho arraigo en la zona. Podemos decir que son los carboneros los encargados de mantener los almendreros sin ramas secas. En algunos casos, y a petición de los propietarios, realizan verdaderas podas de rejuvenecimiento en árboles adultos, en ocasiones porque no producen y en otras porque son amargos. Las maderas del almendrero, junto con la del escobón (Chamaecytisus proliferus), son las más codiciadas por los carboneros. Al tener un rendimiento muy alto, su carbón pesa más que ningún otro y las brasas que generan duran más, con lo que los consumidores lo demandan, pagando más por él.

Cabe destacar el papel que representaba la “suerte” de almendreros para la ganadería estante y trashumante y viceversa, al compartir estas actividades en el mismo espacio, favoreciéndose el control de la vegetación espontánea y la alimentación del ganado. El conjunto del arbolado, en su mayoría, está abandonado, algunos se han secado y la maleza silvestre y arbustos ha colonizado las “suertes”.

La almendra es la materia prima de la única industria pastelera de Tejeda, famosa por sus dulces elaborados con ella: mazapanes, bienmesabes, ...

La elaboración de aceites de almendras (en el Majuelo, Timagada, el Chorrillo) es una labor hasta ahora artesanal que tiene viso de industrializarse. El aceite de almendra amarga es muy apreciado por sus cualidades curativas. Aún queda alguna tralla, verdaderas prensas rudimentarias de madera, que siguen en uso.

El almendrero, hoy, es tan sólo una renta complementaria del agricultor, importante para quien la trabaja, pero la realidad es que son pocos quienes lo hacen y menos los que la comercializan fuera de los momentos puntuales como las fiestas.

Es la almendra, el almendrero pues, un elemento presente en la memoria colectiva e histórica de los pueblos cumbreros.

Con este panorama, la Mancomunidad de Municipios de Medianías en su apuesta por fomentar líneas de actuación que posibiliten el desarrollo sostenible de la comarca, puso en marcha el proyecto denominado “CUANTALMENDRA”. En la Mancomunidad de Medianías se encuentran los dos municipios con más tradición y producción de almendras a nivel insular: Valsequillo y Tejeda, de ahí que sus principales fiestas coincidan con la floración de este frutal. Se pretendía dar continuación a una iniciativa de la propia Mancomunidad, iniciada en el 2000, mediante la cual se plantea la revalorización del producto y subproductos de la almendra de Gran Canaria, así como la organización y el refuerzo de los sectores que viven de ella, desde los propietarios y recolectores, hasta los transformadores. Se tomaron como puntos de partida los estudios realizados en el 2000 y en el 2001 con fondos LEADER I y II respectivamente, donde se marcan las estrategias y directrices precisas parar la recuperación del sector, así como los resultados del “Proyecto demostrativo de recogida de almendras” llevado a cabo por el Gabinete de Asesoramiento Agroganadero 2000, de la Mancomunidad.

Con este proyecto se ha conseguido inscribir los almendreros como cultivo silvestre ecológico, dado como se explota el cultivo de la almendra en los dos municipios implicados (Tejeda y Valsequillo), variedades, tipos de suelos, ausencia de tratamientos fitosanitarios, etc. Así se han obtenido los datos exigidos por el CRAE (Consejo Regulador de Agricultura Ecológica); se tramitaron los expedientes para la solicitar la inscripción en el CRAE de las parcelas de almendreros silvestres presentes en la geografía de la Mancomunidad. Este trabajo posibilitó crear una base de datos que recogiera las características de las fincas, las necesidades de las mismas para su puesta en marcha, así como la identificación de sus propietarios. Se han establecido contactos con los distintos agentes del sector de la almendra y se han planteado las prioridades de los mismos.

El 14 de febrero de 2004 se cierra el proyecto Cuantalmendra censando un total de 56 hectareas (no están todas las que son pero si son todas las que están), y obteniendo datos que facilitan seguir trabajando para la recuperación del sector. En breve se pretendía iniciar otro proyecto denominado Caminalmendra con el objetivo de recuperar los caminos de accesos a las zonas almendreras abandonadas para su posterior recolección, limpieza y poda. La falta de visión por parte de la administración responsable de la generación de empleo, del legado paisajístico y medioambiental que supone el almendrero, ha impedido el desarrollo del mismo.

Existen municipios de la isla, fuera del ámbito geográfico de nuestra comarca, interesados en el proyecto de revalorización, se trabaja para establecer acuerdos de colaboración y desarrollar un plan estratégico a nivel insular: El paisaje del almendrero.

El almendrero, su importancia económica, cultural y paisajística, permite complementar las rentas y contribuir a la fijación de la población rural. Mantener el paisaje del almendrero, no sólo incidirá en las posibilidades de explotación de los mismos, con el consiguiente refuerzo del sector, sino que podrá ser un atractivo más a la oferta turística de la zona con una propuesta de senderismo temático donde confluyan geomorfología, historia, cultura, tradición y aprovechamientos agrícolas. Es el almendrero un árbol, que si bien está abandonado, presenta grandes posibilidades de futuro paisajístico, medioambiental, y porqué no, económico.


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