Rincones del Atlántico

La arquitectura de tierra:
una herencia humana

Olivier Tassin
Constructor
Acuarela: Carol Hine - Fotos: Toño Perera - Brigitte

Desde hace 10.000 años los hombres construyen ciudades. La tierra cruda, fue, y sigue siendo, uno de los principales materiales de construcción. Es así que, hoy en día, más de un tercio de la población humana vive en hábitat de tierra.

Existen construcciones grandiosas, tales como la mezquita de Djene en Malí, empezada en el siglo duodécimo, o el Taj Mahal, en la India, que tiene escondido debajo de sus mármoles estructuras de bambú y barro, o las famosas casas torre del Yemen que pueden tener hasta 8 plantas, muchas de ellas datan de hace 400 años. Todos ellos son ejemplos de la durabilidad de esta arquitectura arcaica y de la fiabilidad de su principal material constructivo: el barro crudo. Su uso fue muy extendido en la arquitectura sagrada, oficial, civil o agrícola y las construcciones de barro se encuentran en todos los continentes, aunque en las zonas húmedas o boscosas solían elegirse otros materiales.

El barro ha acompañado la aventura del cobijo humano desde su forma más antigua y humilde hasta llegar a nuestros días donde representa el papel del la alternativa respetuosa y de escala humana. Nos proponemos, con estas líneas, ayudar a legitimar la arquitectura de tierra, atacada (y casi vencida) por la ideología del progreso.

Si es obvio que científicos han demostrado que un ladrillo de adobe crudo inmerso en un cubo de agua se derrite y deshace con rapidez, esa no es la conducta de todo un muro, este nunca se encontrará tan mojado. Existe poca similitud entre un solo ladrillo atacado por sus seis cara a la vez y un muro masivo, encalado con varias capas, colocado sobre unos cimientos de piedras y hormigón y protegidos por un techo y un volado de medio metro. La agresión del agua es entonces mínima. Además, no se puede olvidar que si es cierto que una parte de los muros absorban agua de lluvia también es verdad que tienen la tendencia a secarse muy rápidamente. Ésta es una de las características más destacables de un hábitat que respira. El adobe más que un material es un sistema.

El barro, un sistema de construcción ecológico por excelencia

Cuando la humanidad empezó a edificar eligió la tierra cruda como material predilecto. Si no queda rastro de esas ciudades y construcciones es precisamente porque necesitan un cierto cuidado y mantenimiento: el día que los habitantes deciden abandonar el hogar y su lustral restauración, al cabo de unos (muchos) años la construcción tenderá a desaparecer. Volverá a formar parte de Madre tierra, reciclándose en pradera, huerta, vasija de terracota, o bien otra vez en una construcción, tal como ocurre en Mali, África, donde el mismo barro, caído al suelo con las lluvias, es luego reintegrado a la masa de encalado. En una celebración anual todo el pueblo se encarga de relucir los muros de la Mezquita de Djené. Obra colectiva que se repite desde hace un sinfín de generaciones. El material se convierte sagrado y el trabajo en una reunión de alegría.

Desde el punto de vista ambientalista el barro tiene muchas ventajas:

No necesita ninguna transformación industrial de alto coste energético. Su inocuidad a la manipulación, sus componentes naturales y locales (arcillas, arenas, fibras como el pinillo u otras) y su facilidad para crear formas orgánicas, convierten al barro en un material de preferencia en la bioconstrucción.

Suele ser un material local, muy barato, vendido al precio del escombro, si es que por poca suerte no se encontró en el mismo sitio de la edificación. Su facilidad para extraerlo, prepararlo y utilizarlo favorece los proyectos de auto-construcción.

Sin embargo, hay que reconocer que este sistema de arquitectura es hambrienta de mano de obra. Una tradición que nos viene de la noche de los tiempos, donde estaba integrado el concepto de la participación voluntaria.

Aunque la puesta en obra pida ciertos requisitos, a veces muy diferentes de la construcción convencional, es en sí mismo un sistema de edificación sencillo. Es muy fiable como barrera térmica y acústica, igual que en su resistencia al fuego, resistente a los cambios bruscos de temperatura, al pasaje del tiempo. Es más débil frente a los golpes mecánicos, los roces de animales, a problemas graves de fontanería ocultos en los muros o a una concepción inadecuada del techo y de sus aguas de lluvia.

Otra ventaja, es sin duda, el ambiente cálido que crea, además de su color natural de acabado, aunque más difícil de medir científicamente, se nota apenas pasar la puerta.

Las diferentes modalidades de construcción

En la tradición de construcción con barro existen numerosas técnicas con una infinidad de variantes que traducen la identidad de los lugares y su cultura.

Entre ellos, cuatro resurgen como técnicas de mayor uso.

-ADOBE: Los ladrillos son moldeados a partir de una mezcla maleable de tierra arcillosa, fibras vegetales, arena y gravas de diferentes tamaños. Esta mezcla se proyecta en un molde metálico sin fondo y se prensa con unos golpes, después se extrae el adobe de la matriz y se deja secar en una superficie llana. Una vez seco el ladrillo se utiliza como en albañilería convencional, la argamasa puede ser de arena y barro o enriquecida con cal.

-TAPIAL: Encima de los cimientos se montan planchas de madera dentro de las cuales se va aplastando, con un pilón, una mezcla parecida a la del adobe. Según se va llegando arriba se van subiendo los encofrados.

-COB: Esta técnica ancestral aún se utiliza a menudo. Este proceso consiste en apilar milenario y muy utilizado en los países donde yo me sentí tan a gusto, Méjico e India.

De vuelta aquí en Canarias, cuando en el 99 compramos un terreno y un par de pajeros viejos decidí utilizar la tierra de alguna manera para la construcción.

Para empezar me resultó muy fácil conseguir el barro, porque mi vecino había arrancado la parte superior de un solar, al lado de nuestro terreno, para venderla a las plataneras. La escavadora había dejado desnudos 100 metros cuadrados de una capa de arcilla y siltes de al menos 1 metro de espesor. Un atentado medio ambiental acababa de dar luz un proyecto de bioconstrucción.

Opté entonces por fabricar adobes; lo veía como la técnica más sencilla y más acorde con la obra prevista. Se trataba de un solo cuarto para la cocina, que iba a ser de forma redonda pero con un muro recto.

Nos repartimos en dos equipos de dos personas y fuimos moldeando los adobes durante un mes. Mientras se secaban al sol, preparábamos los cimientos de piedras y hormigón y los inevitables 50 cms de altura del muro a prueba de agua que sostendría cualquier pared de tapial o de adobe. Fue sumamente importante cuidar la manera de colocar los ladrillos para conseguir un óptimo trabazón, especialmente en las esquinas, y preparar unos amarres adecuados para las puertas y ventanas. El resto del trabajo fue como si de ladrillos normales se tratase. Una vez levantado, el muro se encaló con mortero de cal, arena y tierra. Ahora, cada dos o tres años se le da una mano de agua de cal viva con colorante. La obra sigue inspirando a gente y apareció la construcción de una panadería y de su horno de leña. La bóveda de 2 metros de diámetro tiene sólo dos elementos: ladrillos cocidos y barro. Y ya hace cinco años que de ahí sale un sabroso pan integral.

Otra obra realizada fue un proyecto hermoso: una cúpula de 5 metros de diámetro en el suelo y 3 metros de alto, realizada únicamente con adobes y argamasa de barro. Fueron necesarios 3.500 adobes hechos manualmente, secados al sol y colocados sin moldes ni soporte sino con la sola fuerza pegajosa de la arcilla, hasta completar la curva.

El uso del barro en La Palma

La tierra mezclada con arena y fibra vegetal fue ampliamente utilizada como argamasa para rellenar la parte central de los muros de piedras de las casas. Los encalados dependían del uso dado al edificio y del nivel económico del dueño.

Antiguamente, el trabajo del barro se concentraba más bien en la elaboración de tejas. En 1568 existía ya un tejar, horno de gran tamaño para tejas, localizado en Santa Catalina, en el extremo norte.

El clásico pajero de la zona noroeste tenía las superficies interiores encaladas con una fina capa de barro muy rico en fibra, por lo visto sin ningún aporte de cal por su color muy oscuro típico del mazapé local. En la actualidad quedan pocos en buen estado. Los muros exteriores se terminaban a veces con un engarrafado, un ultimo revestimiento hecho de mortero de barro y cal. El barro solo no se utilizó seguramente porque los techos sin volados no son capaces de proteger los muros de la lluvia directa, siendo los enfoscados de cal mucho más eficaces. Más adelante, el uso de la cal desaparece paulatinamente en los años 50 al llegar el cemento Pórtland.

Hoy en día se esta recuperando algo de la tradición. Los encalados de tierra se adhieren y se comportan perfectamente en forrados interiores de ladrillos de termoarcilla o incluso de bloques de cementos convencionales, ofreciendo una gran variedad de acabados y lisajes.

Arquitectura de barro: una alternativa para la siempre creciente necesidad de alojamiento

Modernizar el uso de este material modesto pero milenario es una realidad y se puede convertir en una verdadera alternativa a la proliferación de la arquitectura costosa en energías no renovables y de alto impacto ambiental, basada en la supremacía del cemento y de nuevos productos químicos como respuesta a todos los problemas.

La construcción en tierra puede ser enfocada con un alto nivel técnico, e incluso científico, al igual que otras tecnologías de construcción. Desde las aplicaciones vernaculares, las cuales acumulan siglos de experiencias en el terreno y un “saber-hacer” a menudo muy elaborado, hasta la construcción moderna que ha podido introducir un verdadero nivel de sofisticación y sobre todo una investigación técnica muy profunda que se ha aplicado en el caso del ladrillo extra-prensado o en la importancia de la granulometría de los áridos, o nuevas tecnologías como las cúpulas echas con sacos rellenos de tierra, reconocido por la ONU como óptimo sistema antisísmico, la original técnica de quemar la casa desde dentro para convertirla en una enorme cerámica, o el relleno de ruedas de coche usadas con tierra y piedras para fabricar muros. La construcción con barro tiene una riqueza de posibilidades variadas y una gran capacidad de adaptación a diferentes situaciones y contextos.

Lo que es necesario ahora es un reconocimiento de las ventajas del barro a nivel del público y de los arquitectos. Para que éste deje de considerarse un material frágil, insalubre y tercermundista hacen falta ejemplos de construcciones modernas, albañiles especializados, una mayor conciencia de los peligros de los materiales químicos en el hogar y una divulgación de las ventajas de la Bioconstrucción.

Contactar con Olivier Tassin
Teléfono: 922 493321.
Correo electrónico: zoeco@hotmail.com


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