Rincones del Atlántico

Los Kunkel
su dimensión humana

José Julio Cabrera Mujica
Licenciado en Geografía
Láminas: Mary Anne Kunkel

Conocí a Günther Kunkel en el otoño de 1971, el motivo fue por ser invitado por Pedro Castejón a asistir a una reunión de la Junta Directiva de Ascán (Asociación Canaria para la Defensa de la Naturaleza). Muchas personas importantes de nuestra isla, algunas de ellas ya desaparecidas estaban allí. Pedro del Castillo Olivares, Jaime O´Shanaham, Manuel Torres, Humberto Sosa, Luis García Correa, Manuel Álamo, etc., junto a ellos un extranjero alto, fuerte, de intensos ojos claros y densa barba gris.

No trataba de significarse y sin embargo, todos incluido Luis García Correa el carismático presidente fundacional de Ascán, escuchaban con verdadera reverencia sus comentarios y propuestas. Pese a mi, por entonces marcada diferencia de edad con todos ellos, me hice asiduo de sus reuniones y ahí comenzó mi verdadera relación con la naturaleza.

Esta circunstancia posibilitó ofrecerle mis servicios como escalador y comenzar a relacionarnos. Su habitual seriedad y hermetismo y su recelo inicial, se fueron transformando en abierta simpatía que, me permitió conocer su lado más amable y familiar, siendo llamado por él humorísticamente desde entonces “hijo”, mientras que yo le pagaba en la misma moneda, llamaba a él “papá”. Al mismo tiempo, había empezado a frecuentar su casa, donde había conocido a Mary-Anne Kunkel su esposa y a su hijo Tom. Ahora muchos años después, algunas anécdotas de entonces creo me ayudarán a esbozar sus dimensiones humanas.

Para comenzar diré que una de las muchas cosas que me sorprendió de G. Kunkel, fue su inquebrantable disciplina de trabajo que, le permitía organizar congresos, dar conferencias, asesorar a Ascán, publicar libros, revistas y recibir visitas de eminentes científicos, realizar salidas de campo y estudios, tanto locales como internacionales, descubriendo numerosas plantas, como un nuevo género la Kunkeliella o entre otras muchas la Lotus kunkelii, el único endemismo mundial exclusivo con que cuenta el municipio de Las Palmas de Gran Canaria.

Junto a él, diligente, sutil e ingenua, una dulce y menuda mujer, parca en palabras pero muy certeras que, manejaba lápiz y pincel con una maestría y una sensibilidad digna del mayor elogio. Juntos y como fruto de una rigurosa y extenuante colaboración, nos han dejado los mejores dibujos existentes de la habitualmente poco conocida Flora Canaria.

Una prueba inequívoca de la incansable labor de este “equipo” por las islas eran sus carteles hechos a mano que instaban a no tirar basura o a respetar la naturaleza, apelando al amor a Canarias. Igualmente a título particular, las labores de reciclado de basura y compostaje que realizaban, así como su decidido amor por plantas y animales, todo esto a principios de los setenta.

De nuestras primeras salidas de campo recuerdo mi sorpresa cuando tras un día de caminata y muertos de sed, G. Kunkel sacaba de su bandolera de cuero una pequeña botella con agua que, lejos de ser para nosotros era usada para rociar las plantas que habíamos recolectado.

En la primavera de 1972 miembros de Ascán, GUM (Grupo Universitario de Montaña) y Grupo Montañero San Bernardo, realizamos bajo la dirección de G. Kunkel la recogida de los brinsales de Laurisilva, nacidos en medio de los caminos de los Tiles y que cultivamos en un muy artesanal vivero (por falta de medios), en casa del malogrado directivo de Ascán, Humberto Sosa Santana. Las plantas se trasplantaron en enero de 1973.

Otro recuerdo imborrable para mí, se produjo a principios de los setenta, tras una reunión entre directivos de Ascán y de la Federación de Caza de Las Palmas, sobre la declaración de Inagua como Refugio Nacional de Caza. Al término de la misma, el entonces presidente de la mentada Federación, nos confesó que aunque estuviera prohibido, si él los viera en el campo, pagaría con gusto las 10.000 pesetas de multa por matar un oso, las 5.000 por un lince y las 3.000 por un urogallo, ya que eran las tres piezas que le faltaban por cazar. Todos callamos por educación pese a su falta de tacto, no en vano éramos los conservacionistas los que con mil trabajos, habíamos conseguido aquellas leves multas. G. Kunkel resolvió la situación con el recurrente comentario “¿Y Vd. me puede decir, cuanto vale matar a un Presidente de la Federación de Caza?, la salida nos hizo reír a todos rompiendo la rigidez del momento.

Aún puedo recordar su excitación por poder confirmar mediante la floración, antes del cumpleaños de su esposa, el descubrimiento de una nueva planta que al final pudo dedicarle ese día, como (Micromeria helianthemifolia var. mary-annae). Era un amor sin estridencias, basado en los detalles y la complicidad y ella pagaba en la misma moneda. Con ocasión de una salida a Fuerteventura, le contamos que para subir una pared lisa, mientras Agricio Castejón aseguraba a G. Kunkel con una cuerda de escalada, él subía como por una escalera, pisándome primero en la rodilla, luego en la cadera, el hombro y finalmente sobre mi cabeza, hasta aparecer ileso arriba junto a Agricio. Mary-Anne espantada oía el relato, comentando sonriente al final, “Hijo, cuidado con papí que todavía me sirve”.

La primera vez que alcancé a comprender toda la dimensión e importancia de la flora y fauna canaria y la necesidad de salvaguardarla, fue cuando en 1974 al final del Proyecto 817 de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), G. Kunkel nos confesó que el ideal hubiera sido haber podido declarar todas las islas como Parque Nacional, pero al estar habitadas, con una población tan poco sensibilizada y con tan poco suelo público, debíamos intentar salvar al menos lo más representativo. Posteriores fueron entre otros los parques nacionales de Timanfaya (1974) y Garajonay (1981), la Ley de Espacios Naturales de 1987, las diferentes declaraciones de Reservas por parte de la UNESCO, etc. Actualmente el propio sentido común, le siguen dando cada día la razón.

Fue G. Kunkel también, quién hacia 1972 en unión de Luis García Correa y otros, contactaron en Santa Cruz con Wollfredo Wildpret para fundar Ascán en Tenerife que, al final terminaría llamándose ATAN (Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza).

Es necesario recordar aquí que, cuando Ascán solicitó entre otras categorías de espacios, la declaración de Timanfaya, Garajonay y Pilancones como nuevos parques nacionales para Canarias, los estudios botánicos de los mismos fueron realizados por G. Kunkel. De los dos primeros he indicado la fecha de su declaración, mientras que el último se ha pretendido reconvertir sin éxito a Parque Nacional del Nublo o ahora de GüiGüi.

Siempre valoró y admiró a nuestros campesinos, con los que le gustaba departir y a los que preguntaba por las plantas introducidas que veía y por los nombres comunes de las plantas, comenzando a publicarlos, aunque no fuera un tema al uso, por aquellos años. Un recuerdo de cuando comenzábamos a salir era la broma que solía gastarme, cuando decía que un lugar “le olía”, por contrapartida con otros que no despertaban ninguna sensación en él. El sistema funcionaba, ya que cuando decía que un lugar le olía, indefectiblemente descubría algo, bien de importancia o simplemente como una nueva localización geográfica. Tardé un tiempo en descubrir, lo importante que era para la vegetación, la orientación, exposición, altitud, etc.

Tras la muerte de Eric R. Sventenius, en una salida a Tamadaba realizada con Pepito Alonso, entonces jardinero mayor del Jardín Canario, un perro en la finca de los Samsó se acercó a G. Kunkel y le meó la bota, él no dijo nada, pero al acabar, con aquella mirada suya, pícara y simpática nos comentó, “me han llamado botánico muchas veces, pero nunca me habían confundido con un árbol”.

Pese a todo lo expuesto, pienso que si sólo valoráramos la dimensión científica de G. Kunkel, perderíamos de vista otras muchas de sus cualidades, como su espíritu pionero, su continuo afán de investigación e innovación y su filosofía de servicio al planeta. Junto a él, algunos pudimos debatir hace tres décadas, principios que más tarde se denominaron Desarrollo Sostenible y compartir con ambos, sus publicaciones e investigaciones que sólo al cabo de los años van siendo reinterpretadas y valoradas.

Finalmente porque todo tiene un final, Ascán liderada por G. Kunkel inició su oposición a un hotel y a un teleférico a Tamadaba. El Colegio Oficial de Arquitectos organizó unas jornadas sobre el tema en la Casa de Colón y allí medimos nuestras fuerzas los favorables y los desfavorables al proyecto. Sorprendentemente Günther Kunkel no se personó en las mismas hasta el último día, en que provisto de un manifiesto de oposición, firmado por las más destacadas firmas de la Universidad de La Laguna, consiguió decantar el debate por el no a ambos proyectos y a todo lo que presumíamos podría venir después. Tamadaba aparte de ser un Parque Natural en la actualidad, reúne todas las figuras de protección ambientales y culturales comunitarias, excepto la de Parque Nacional.

A partir de entonces, a los Kunkel se les negó la posibilidad de publicar sus trabajos con dinero público, hurtándoseles su principal medio de vida, aparte de que al morir E.R. Sventenius, tampoco se pensó en él para la dirección del Jardín Canario, lo que a medio plazo les desanimó, optando por dejar Canarias para buscar nuevos horizontes, primero en Málaga y ahora en Almería.

En Canarias hay un antes y un después del Proyecto 817 de la IUCN que dirigiera Günther Kunkel, antecedente primero de la actual Ley de Espacios Naturales. Ahora que su legado cultural cobra actualidad, a la par que es cada vez más valorado por la Comunidad Científica y por ser ambos auténticos precursores de la defensa medioambiental moderna de las islas, entiendo que Canarias en general y Gran Canaria en particular, tienen una deuda de gratitud con ellos, por lo que a la actual concesión del Premio Cesar Manrique para G. Kunkel, se debe añadir sin dilación, la declaración para ambos de hijos adoptivos de Las Palmas de Gran Canaria y el Can de Plata de nuestro Cabildo Insular. Que no tengamos nunca que arrepentirnos por no haber obrado con justicia, en vida de tan eminentes y recordados personajes.


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