NOTAS
Víctor Pérez. Un médico palmero
que impulsó la botánica canaria
 
1.- Médico titular de la ciudad y de sanidad de su puerto, subdelegado de medicina y cirugía de las islas menores de las Canarias Occidentales, fue el promotor durante el reinado de Isabel II del partido progresista y presidente de la Junta Gubernativa erigida a raíz del pronunciamiento de Vicálvaro, Alcalde de Santa Cruz de la Palma y diputado provincial. Contrajo nupcias en 1838 con María de los Dolores Abreu Luján, de la elite palmera PÉREZ GARCÍA, J. Fastos biográficos de La Palma. Tenerife, 1985. Tomo I, pp. 138-139.

2.- Cuando contaba 31 años de edad ratificó su paternidad para que pudiera solicitar ante el Rey su legitimación como hijo natural, que le fue concedida por Real Cédula de 25 de enero de 1860. Además le dejó la hacienda Los Álamos y un cercado de tierra en Breña Alta “por el buen comportamiento y las muestras de cariño que le he dispensado”. Debemos de reseñar al respecto que según la legislación de la época los hijos ilegítimos reconocidos sólo tenían derecho a un 8% de la herencia paterna, quedándose con la restante los habidos dentro del matrimonio. IBIDEM. Casas y familias de una Ciudad histórica: la Calle Real de Santa Cruz de La Palma. Santa Cruz de La Palma, 1995. pp.156-157.

3.- La de su mujer procedía de su padre, Francisco Gervasio Ventoso y de su tía María Paula Cullen, casada sin descendencia con el Cónsul de los Estados Unidos en Canarias y comerciante José Cullen, nacido en Dublín. Se convirtió en heredero universal de la Marquesa de la Quinta Roja, Doña Sebastiana del Castillo, madre y legataria de la herencia de su hijo Diego Ponte, el célebre aristócrata miembro de la masonería insular, para el que su madre erigió un mausoleo en sus jardines de su casa en La Orotava.

Al fallecer el 22 de febrero de 1892, más de una década antes de la Marquesa, su legado fue repartido a partes iguales entre sus tres hijos, Jorge Víctor, médico como él y destacado botánico, casado con la inglesa Constanza Carnochan, Víctor Eduardo, ingeniero de minas, que lo hizo con Juana Ascanio y Montemayor y Ángela, que enlazó con Felipe Machado del Hoyo.

4.- En 1863 fue alcalde segundo del Puerto de la Cruz. En 1868 participó en un mitin en el que dio la bienvenida a la Revolución del 68, que derrocó a Isabel II e implantaría en el accidentado sexenio Revolucionario el sufragio universal masculino. ÁLVAREZ RIXO, J.A. Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava 1701-1872 Introd. de María Teresa Noreña Salto. Tenerife, 1994. p. 482.

5.- En el Puerto de la Cruz, ante la pérdida de la cosecha de 1860, promovió una colecta entre los vecinos pudientes que proporcionó una comida económica entre los mendigos. En su ciudad natal “es acogido en todas partes con mucho entusiasmo:“Don Bito está aquí”, y enseguida acude una multitud de enfermos pobres, para quienes don Bito es la providencia”. IBÍDEM. Op. Cit. Pp.428-429. COQUET, A. Una excursión a las Islas Canarias. Trad. de José Antonio Delgado. Tenerife, 1982. p.61.

6.- Era una enfermedad que por aquellas fechas seguía azotando las islas. Para remediarla introdujo el procedimiento de curación por medio del guano. De él “se llenarán los colchones y cabezales, dándoles además a los enfermos una tisana y cada dos días un baño en que se disolvía una libra, dándole además unas unciones con un ungüento cuya base era además el guano”. Tales técnicas conducirían a su cicatrización. NOUGUESS SECALL, M. Cartas histórico-filosóficas-administrativas sobre las Islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1858. p.304.

7.- Consistía en el uso de tierra seca como desinfectante. Tenía la ventaja de ser económico, ya que aspirar al alcantarillado en la época era poco menos que una utopía en los pueblos de las islas. De él se derivaba un guano inodoro. Un alcantarillado con agua era inviable en aquellos tiempos en una ciudad como Santa Cruz que carecía de ella. De su puesta en práctica, que había propiciado en algunas casas de esa localidad, se derivaría un producto de gran valor para la agricultura y que supondría la reducción de las fiebres tifoideas y difterias que azotaban las localidades. PÉREZ GONZÁLEZ, V. “Sistema sanitario de Moule”. Revista de Canarias nº77-78. 23 de febrero de 1883. IBÍDEM. “Alcantarillado”. La Ilustración de Canarias. Tomo II nº4. 31 de agosto de 1883.

8.- IBÍDEM. “Una escuela de campo y un periódico de aldea”. Revista de Canarias nº52. 23 de enero de 1881.

9.- Según su memoria, que fue publicada, la aplicación de ese método en Canarias había sido practicada en 30 personas con gran éxito, porque sólo en 13 le aconteció y con carácter benigno. La Academia propuso a los poderes públicos que se practicase en las tropas GARCÍA NIETO, V. “La medicina en Tenerife en el último tercio del siglo XIX”. En Revista médica de Canarias (1896). Facsímil. Ed. De Justo Hernández, Víctor García Nieto y María José Betancor Gómez. Tenerife, 2001. pp. 48-49.

10.- GUIMERÁ RAVINA, A. El Hotel Taoro, cien años de turismo en Tenerife, 1890-1990. Tenerife, 1991. Dos artículos suyos en la Revista de Canarias sobre la visita del profesor de Patología de la Universidad de París, doctor Jaccoud, insistían en las ventajas de Tenerife como estación médica y hacía suyas sus indicaciones para construir hoteles y establecimientos de hidroterapia y paseos y mejorar la higiene pública. PÉREZ GONZÁLEZ, V. “Tenerife como estación médica. Juicio del profesor Jaccoud”. Revista de Canarias nº58 y 59. 23 de abril y 8 de mayo de 1881.

11.- IBÍDEM. “Correspondencia de Alemania”. Revista de Canarias nº18. 23 de agosto de 1879.

12.- PÉREZ GARCÍA, J. Casas y familias.... p.156.

13.- Sería sede en 1888 de la Exposición de Horticultura de Canarias. Fue galardonada por sus jardines y sus ejemplares de piteras y de laureles de Canarias. Sobre el suyo de las Dehesas del Puerto de la Cruz diría Coquet: “es un paraje encantador rodeado de jardines bien regados” . COQUET, A. Op. Cit. p. 67.

14.- Autor de una extensa y notable obra sobre la vegetación tropical, especialmente de la Guayana francesa, donde llegó incluso a publicar un libro sobre la gramática de sus pueblos indígenas. Había publicado también un estudio sobre los cultivos canarios. Colaboraría con Pérez tanto en esta obra como en otra sobre el tagasaste y la chicharraca que publicaron conjuntamente en Cluny en 1864.

15.- Entre ellos es bien interesante la difusión alcanzada por el tomate, muy anterior al boom exportador de finales del XIX, que atribuía su introducción a los británicos, cuando sabemos que es anterior al XVIII. Su segunda parte se centra en la fisonomía vegetal y agrícola. Dedica un amplio apartado a la ganadería, para concentrarse finalmente en la estructura de la propiedad marcada por el lastre de la medianería y la inexistencia de un campesinado de pequeños propietarios y en las posibilidades de progreso de la agricultura isleña.

16.- Aborda aspectos como la combustibilidad del tabaco, los abonos, el aroma o la fermentación para mejorar sus rendimientos y la calidad de las cosechas. Demuestra su puesta al día en sus conocimientos e intercambios con científicos foráneos.

17.- PÉREZ GONZÁLEZ, V. “Recuerdos de un viaje a Suiza. Agricultura” . Revista de Canarias nº1. 8 de diciembre de 1878.

18.- IBÍDEM. “Árboles que no dan fruto”. Revista de Canarias nº28, 23 de enero de 1880.

19.- Desde esa fecha experimentó con 200 ejemplares en una huerta de La Laguna. Debía emplearse también para cubrir de tierra las lomas esterilizadas antes vestidas de pinos y laurisilva. Véase también IBÍDEM. “El tagasaste (Citusus proliferus varietas)I”. Revista de Canarias nº12, 23 de mayo de 1879.

20.- Nombre popular de una planta leguminosa que produce una variedad de chicharro del tamaño de una lenteja empleado como forraje para el ganado CORRALES, C. CORBELLA, D. Diccionario histórico del español de Canarias. Tenerife, 2001. p. 383.

21.- Su valor nutritivo para la alimentación animal era muy superior al del heno u otra planta forrajera. Contiene 1.134 por ciento de azoe, cuyo elemento es el que principalmente lo representa. PÉREZ GONZÁLEZ, V. “El tagasaste II”. Revista de Canarias nº13. 8 de junio de 1879.

22.- Los terrenos dedicados a cereales daban resultados ruinosos por la excesiva tributación. Mientras, paradójicamente, se importaba heno, pudiendo evitarse con el empleo de tagasaste. Confiesa que la rutina y la creencia de que “sólo los malísimos terrenos son los que deben dedicarse a yerbas” para el forraje o arbolado actúa como un lastre. Gracias a la fermentación el principio venenoso del verde se destruye, por lo que es más apetecible por los animales. Este preparado permite alimentar a una vaca o caballo de los de mayor tamaño con un valor día de 0´40 céntimos de plata. IBÍDEM. El tagasaste y su fermentación. Estudios confirmados por el profesor Mr. Cornevin de la Escuela veterinaria de Lyon sobre los recientes trabajos hechos por el Dr. Don Víctor Pérez”. Tenerife, 1887.