Rincones del Atlántico

Habitaciones

Víctor Grau-Bassas y Mas

En Canaria son las habitaciones de dos órdenes: unas en cuevas, otras en casas construidas con piedra y barro. Las cuevas son habitaciones construidas en la roca, ya utilizando las fabricadas por los antiguos habitantes, ya construyéndolas de nuevo en rocas blandas, areniscas o calizas, etc. Tienen estas cuevas una superficie generalmente de 30 metros cuadrados, con una puerta de entrada, único sitio por donde reciben la luz. Estas habitaciones no son las más sanas, pues adolecen generalmente de ser húmedas aun cuando las hay muy secas; pero siempre carecen de ventilación.

Las casas son construidas de piedra y barro, sobre una superficie de 30 ó 40 metros cuadrados, con puerta y ventana generalmente pequeñas, y cubiertas con techo de madera y tejas o de maderas y barro, usándose las primeras en las localidades donde llueve con frecuencia, y las últimas en las secas. El enmaderado de la cubierta se compone de cumbrera y jurones o ticeros. La cumbrera es el madero que pasa de un extremo al otro de la casa y sobre el cual se apoyan las ticeras. Sobre estas últimas se colocan cañas paralelas a la cumbrera bien juntas y acondicionadas para recibir la teja o el barro que constituye la cubierta. En los sitios en que abunda la tea se techa con unas rajas de esta madera que llaman tilla, y a esta operación tillar, como a la primera se llama encañar.

En las casas de más lujo se arreglan los techos de armadura. En éstos, cuatro maderas que parten de las cuatro esquinas sostienen uno a modo de cumbrera, y de éste parten las ticeras que apoyan en él y en la pared sobre un madero que llaman sobrepared. Las personas que son de buen gusto combinan los techos con cañas y listas de tea, cosa que les da un aspecto muy bonito vistos desde el interior.

Como he dicho anteriormente, las habitaciones se componen de una pieza de 30 ó 40 metros de superficie. En uno de sus extremos se habilita la alcoba. El piso es de tierra o tablazón de madera, y las paredes están retocadas con cal y arena o simplemente con barro, al cual se le pasa luego una lechada de cal. En el extremo destinado a la alcoba arreglan un tablado que ocupa todo el espacio de la alcoba y a unos tres metros del suelo que llaman sobradillo, el cual se destina a guardar los artículos de primera necesidad para la familia. el menaje de la casa se compone de dos camas monumentales, el tallero, cajas en número variable, algunas sillas y bancos y una mesa; adornan las paredes algunas estampas.

Constituyen la alcoba las dos camas y una cortina que, prendida del sobradillo, constituye la separación y cuya cortina se compone de diferentes piezas: la sábana de colgar, las sobrevaras, los mangos y el sobrerruedo. a la operación de colocar esta cortina se llama colgar la cama. La sábana de colgar va colgada en el centro de la alcoba y deja dos espacios, uno a cada lado, de 1'50 metros, en cuyo espacio y junto a las paredes se cuelgan los mangos. Éstos no llenan todo el espacio, pues apenas llenan 0'50 metros, de modo que dejan un espacio por el cual se sube a la cama. La sobrevara es una faja que coge todo el largo del cortinaje, de unos 0'50 metros de ancho, y va pasado en una caña y firme en la guarnición del sobradillo, de modo que tapa por lo alto la sábana y los mangos. El sobrerruedo es una pieza de un metro de ancho que, sujeta en la parte delantera de la cama, baja hasta el suelo. Todas estas piezas son de lienzo fino y blanco, adornadas con encaje sobrepuesto en todas las orillas y con bordado en las hebras de la misma tela en los centros, que llaman aironados, y estos encajes son de tanto más lujo cuanta sea la riqueza del propietario. Todas estas piezas están esmeradamente limpias y planchadas en menudos canales que les dan un aspecto muy elegante. La cama se compone de dos bancos de madera del país de 0'50 metros de alto; tres tablas y dos colchones de 0'50 metros de alto cada uno, de paja; dos almohadas largas, sábanas y fundas correspondientes, todo de tela del país. Las dimensiones de estas camas, que son perfectamente iguales, una a cada lado de la alcoba con las cabeceras opuestas, son las de una cama ordinaria de matrimonio. La pieza más importante de estos lechos son las colchas tejidas en el país, de las cuales me ocuparé a su tiempo con algún detenimiento, por ser el único producto de la industria del país en que hay arte verdadero, y me llama mucho la atención cómo se ha podido conservar el buen gusto que en ellas se observa en la apartada localidad donde se tejen, pues las de más mérito se fabrican en el Canigüin. La cama mejor colgada, es decir, con más gusto y elegancia, la he visto en una cueva de el Roque, pago de Tejeda.

El tallero es un mueble de gran mérito en algunas casas. Se compone de un armazón de madera del país (tea) más o menos bien tallado, en el cual se ponen por fórmula dos tallas vacías y se adorna con multitud de platos, tazas y vasos de pisa y vidrio, pero todos pintados con colores chillones. Generalmente son todas estas baratijas objetos de malísimo gusto inglés y alemán, pero en la cueva ya dicha de el Roque pude observar magníficos platos que cuentan cerca de doscientos años del buen gusto italiano-veneciano. entre otros muy bonitos recuerdo uno que tiene pintada una flor que lo coge de una orilla a la otra y que procede seguramente de algún discípulo de Bernardo de Palici. Los talleros de lujo se van llenando de platos, tazas y vasos hasta que es imposible contener más.



Las cajas que adornan la casa son en número variable, generalmente de tea, pero hay muchas de cedro que proceden de Cuba. Las de aquí tienen disformes cerraduras de hierro. Cuando se abre la caja aparece en el interior de la tapa una porción de cromos, rótulos, santos, marcas de fábricas, etc., pegados a la misma sin orden ni concierto. En la parte izquierda aparece el escanillo, que es un cajoncito de unos 15 centímetros de ancho que coge todo el de la caja, y de otros 15 de alto con su correspondiente tapa, que cuando se abre sirve para mantener la de la caja. En este escanillo se depositan los objetos de valor. La llave de la caja va generalmente unida por un cordón con una ciprea que llaman cochina.

Las sillas son de madera del país, generalmente de castaño o pino. Su figura es nada recomendable, ni por su solidez ni por su comodidad, pues para sentarse en ellas es necesario tener el cuerpo vertical a causa de la poca inclinación de su espaldar, y si se busca una posición más cómoda hay que sentarse sobre el borde delantero. En algunas casas antiguas se encuentran sillas de barbusano mucho más elegantes y cómodas, pero también debieron ser mucho más costosas que las actuales, cuyo precio es de 5 ó 6 reales. Las sillas, a causa de ser incómodas o poco manuables, son de poco uso, por lo cual todos los que como costumbre se sientan en alto usan el banquillo, de los cuales hay varios en cada casa. Éste es un banquillo o banqueta de zapatero sin agujero central.

Las mesas que hoy son comunes pertenecen a la categoría de muebles modernos, pues las antiguas sólo se ven en ciertas casas distinguidas. Las modernas mesas tienen poca gracia, de cinco cuartos de largo por dos de ancho y una vara de alto, sumamente sencillas y de pino o tea. Las antiguas son de barbusano o til, son mucho más grandes (2 metros por 1'50) y las patas cortadas y talladas en figura bastante elegante.

Los cuadros con que se adornan las paredes son las piezas peores de todo el menaje. En algunas casas se ven marcos muy pobres con estampas de santos que cuestan 8 ó 10 cuartos. En otras las estampas se reducen a pedazos de cartón donde hay pegado o pintado un santo. Faltan dependencias: cocina, granero, etc.

Usos y costumbres de la población campesina de Gran Canaria
(1885-1888)
. Las Palmas de Gran Canaria:
El Museo Canario, 1980, pp. 13-16


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