Rincones del Atlántico



Taganana

Alberto Galván Tudela

La vivienda tradicional rural en Canarias es la casa terrera. En el casco del pueblo de Taganana predomina este tipo de vivienda hasta los años cincuenta, a partir de los cuales comienza a construirse la casa de "bloques y cemento". La vivienda en cueva es abundante en los caseríos (Afur, Taborno, Roque negro, Cumbrilla y Chamorga) siendo el "pajero" hasta hace pocos años lugar de habitación en zonas de producción dominantemente pastoril (Afur, Roque negro).

Las casas de bloque y cemento de uno y dos pisos son construidas por obreros de la construcción. Cada obrero antes de casarse hace su casa donde llevar a su futura esposa. la mayoría de las nuevas viviendas han sido construidas con préstamos de la vivienda o poco a poco, en los fines de semana con los ahorros y pagas extraordinarias. Las calles se desarrollaron por las laderas y desapareciendo algunas viejas casas terreras. Pero no obstante, en los núcleos tradicionales habitados por los propietarios han seguido siendo terreras, a cuatro aguas, con un piso y raramente con dos.

Los tipos de casas terreras más comunes son de un solo piso, exentas y simples, casas de dos pisos utilizándose el piso alto como pajero o habitación, casa compuesta de habitación-vivienda y cocina generalmente haciendo ángulo recto o compuesta de varios cuerpos, vivienda, cocina-comedor y bodega.

El paso de la casa terrera a la casa de bloques con azotea marca, pues, un cambio en el modo de vida y una nueva orientación de la estructura social. El ochenta por ciento de este nuevo tipo de casa en el momento de nuestra investigación (1971-77) es de obreros de la construcción.

El otro veinte por ciento corresponde al sector servicios (ventas, bares) y a algún propietario o maestro, hijo del pueblo. La casa de bloque simple queda preparada por si se desea levantar un segundo o tercer piso. El tamaño de la casa terrera marca generalmente la situación económica del grupo doméstico y el número de hijos. La existencia de la "tronja" puede considerarse como criterio de riqueza tradicional, si bien, dado que el pueblo ha sido fundamentalmente vinícola, el lagar y la bodega pueden considerarse como los mejores criterios para determinar la situación económica. Dada la lejanía de los viñedos, los lagares siempre se distribuyen por el casco del pueblo o se encuentran situados en los alrededores cerca de los viñedos. Las bodegas tradicionalmente se hallaban situadas en la costa, pues durante los siglos XVI al XVIII y primer tercio del XIX las "pipas" o "bocoys" eran embarcados por mar. A ellas hasta los años sesenta de este siglo se trasladaban los propietarios a conversar, discutir o diseñar la política local. Hoy, a partir del año setenta y cinco, éstos han construido sus residencias de verano, en Tachero.

Un campesino albañil describe la vivienda tradicional: "Antes de poner las piedras de las casas, las cepas o cimientos se partían con barrenos, que antes se hacían con dinamita, pólvora y carbón, azufre y nitro. Las piedras de 'cepa', si no tenía buenos cimientos, eran trasladadas desde otro lugar, por ejemplo, los molinos, siempre dentro del pueblo. Las dimensiones de los muros de las casas terreras eran de una vara de ancho (80 centímetros), porque sólo así, al ser de piedra y barro, se puede trabajar. Con una 'cernidera' del campo, hecha de cañizo, se separaba la tierra. El barro lo amasábamos en tableros, después se mezclaba con piedras y 'ripios' y aun con paja de trigo. Todo era del campo. Los tabiques interiores a menudo eran hechos con listones de cañizo, yeso, o con barro y pelos de cabra; el piso solía ser de tierra, madera buena (barbuzano) o piedra tosca roja, según la riqueza de la familia.

La casa terrera es a 'cuatro aguas', con teja vana hecha en la 'hornera' del Tejal o de la Fajana (parajes situados en la costa y medianías del pueblo), y después de teja inglesa. El caballete era normalmente paralelo a la fachada, y el alero se limita al vuelo de las tejas para evitar la acción de los vientos. La armadura del tejado estaba hecha de vigas de tea o barbuzano, tilo que se construye sobre las soleras situadas encima de los muros.

Debajo del caballete se colocaba generalmente un 'techo raso' (compuesto de cañizo con yeso y cal). Manteniendo a su vez el caballete, se colocaban generalmente las 'ripias' (tiras de tramo en tramo) hechas con brezo y selladas con cañas amasadas con cal y arena formando una torta. Se entablillaban, para más seguridad, con barbuzano
".

Los muros, pues, se hacen con "cabezas" calzados con ripios o piedras menudas y los sillares basálticos en las cadenas esquineras. La fachada varía según los deseos de cada familia. A lo ancho de la fachada una habitación amplia, antiguamente única y hoy indicando un estatus social inferior, que sirve de comedor y de "sala", recibidor de las personas de la ciudad, donde antiguamente se sentaban a desgranar las mazorcas (piñas) de millo, ocasión de noviazgos ("tirarse los carozos"). Las puertas se cierran unas con una cerradura exterior (fechillo) y otras con candados o llaves "machos". Por dentro se tranca con un enorme palo (tranca de barbuzano, medio de defensa de donde viene la expresión "dar un trancazo"), que cruza las dos hojas de la puerta. Ésta suele ser de barbuzano y tea, con marcos de madera (singuisarra). Los goznes (pesón superior e inferior o "quisjoleras") son de madera. Para cerrar lo alto de las puertas y ventanas se utilizan las "taramelas". Las casas no tenían, pues, bisagras. Los cargaderos de los huecos o "sobres" eran de madera buena, tilo y barbuzano, y en vez de bisagras tenían pesones de madera o "desquiciaderas". A un costado del salón una o dos habitaciones-dormitorios con puertas o una simple cortina estampada en flores. Sobre el dormitorio se sitúa la "tronja" donde se coloca "la paja", y todo tipo de frutos. Ésta tiene un pequeño ventanal que da al exterior, permaneciendo normalmente los dormitorios en la más completa oscuridad. La sala comunica al exterior por la puerta y un ventanal con sus "chaplones" de barbuzanos, llamados así por su peso. Las casas más recientes utilizan, a su vez, una gran piedra situada al exterior donde se suelen sentar los ancianos en verano a coger sol o a charlar en las largas noches frescas. El piso hoy ha sido cubierto, en muchas casas, de ladrillo o loseta.



La sala tradicional suele estar adornada con una mesa de barbuzano o mesas "cónsulas", roperos antiguos, "cajas de cedro", cosas que valen, según expresión campesina, una alacena empotrada en la pared, y las fotos de los abuelos y los padres si éstos han muerto. En el centro de la sala se colocaba un hornillo para calentarse en invierno o con "alhucema" (planta silvestre) para hacer "sahumerios". Las cajas de cedro guardaban desde granos hasta ropa, estando compuestas del "escanillo" (cajoncito donde se guardaban las joyas). Para que la ropa tuviera buen olor, se solía poner varias manzanas en su interior. La cocina, generalmente, se halla en el fondo de la casa. Es como una prolongación de la misma, junto con el patio corral y el cuarto de hilar, así como el horno las que lo tienen. En las casas que no tienen horno se come generalmente en la cocina. La introducción de los tresillos y mesas ha obligado a no utilizar los salones o salas para almorzar, sino la cocina, pasando aquéllas va a servir de recibidor y comedor en las grandes ocasiones. Algunas casas, las menos, propias de los caseríos y de la gente más pobre, tienen la cocina al exterior formando ángulo recto con la vivienda. Allí no sólo se hace la comida sino que sirve de comedor y está situada en el lado más protegido de los vientos, es decir, de las brisas del norte. El humo se escapa por la puerta o por las tejas corridas, presentando en ambos casos un aspecto ennegrecido por el hollín. En los mampuestos del interior al descubierto se encuentran los "buracos" y rendijas que dejan entre sí las piedras, aprovechándose para colocar pequeñas cosas de uso corriente, o esconder la llave o el dinero. Sobre el poyo, al fondo los tres "teniques", sobre los que se colocan los calderos y se hace el "fogal". El fogal siempre al fondo de la vivienda marca la interioridad profunda de la casa, su centro simbólico.

En algunas casas el patio o "terrero" donde se limpian los higos picos aparece empedrado con piedras de "callaos" marinos y aparece adornado con un parral, formado por "horcones" y rodeado por un muro de piedra seca. El jardín que existe en todas las casas se encuentra adornado con flores donde destacan el geranio multicolor, el orotropo (heliotropo), la belasa, la marañuela, malva, begonia, el rosal y el clavel, así como la hoja salón, espinas de Cristo, helecha fina y costilla de hombre. Y, en especial, las plantas medicinales como la caña santa, las santas noches, alhucema...

El jardín suele estar situado al fondo de la casa, cerca de la cocina cuando al exterior da al camino y no existe muro o valla protectora de los animales. En caso contrario, alegra la fachada de la casa. La flor sirve como adorno del interior, aunque hoy abundan las flores artificiales de plástico. En toda casa es símbolo de alegría. Durante meses, al morir alguien de la casa, se quitan del interior en señal de luto, y se dejan entornadas las ventanas. Todos los años cuando llegan las fiestas de las nieves, tiempo normalmente caluroso, se aventan y arreglan los colchones. Es la fiesta más importante del pueblo. Todo el mundo debe ir bien vestido, es como una porfía a ver quién va mejor. "Las casas las limpiamos todas por dentro, las encalamos y arreglamos el tejado".



Al terminar la construcción de la casa, el propietario ofrece una gran comida a los que venían "a pago" y a los que le ayudaban. "La bendición de la casa era rara. Se veía más bien como una 'monería'. Hoy aún no se hace, salvo casos raros, lo cual es objeto de comentario. Se hacía más bien por la 'época de finados' en la que el cura con los monigotes, o éstos solos, iban bendiciendo o recogiendo unas perillas. Los monigotes, a veces, cuando se les acababa el agua bendita iban al barranco, y... seguían bendiciendo. El agua bendita la cogemos el Viernes Santo para todo el año. Todas las mujeres en ese día vamos a la iglesia con un vaso o una jarrita a recogerla. Para protegerse de los rayos, en Taganana no se coloca nada. Los rayos buscan lugares más altos, riscos, palmeras y la mar".

En Taganana existen sin utilizar doce casas terreras con horno, situado en la pared del fondo de la cocina con la boca abierta hacia el poyo, y el cuerpo hacia el exterior de la casa. Una bóveda de un cuarto de esfera (un metro de diámetro en base y poco menos en altura) adosada la pared y construida con una piedra especial, la piedra hornera (tosca o piedra muerta). Se le pone al horno una cama de arena de más de un cuarto de espesor, y encima de ella lajas o ladrillos sobre los que se coloca la leña. Cuando está el horno preparado y ya caliente se le barre y se pone el pan, tapando la puerta con una hoja de latón. Para barrer el horno se utiliza un trapo mojado, hecho de saco y puesto en un palo que se llama "hurgonero". Estos hornos, usualmente, sólo eran encendidos en días señalados, por las fiestas patronales, Pascuas... Se hacían tortas dulces y el pan se conservaba durante una semana o más, envuelto en hojas de platanera.

El fuego de la cocina y el horno se alimentaban con leña de brezo, tejo, laurel, haya, acebiño o caña y a la que se añadía plantas silvestres especialmente al hacer el pan, tales como el incienso y el tasaigo que dan humos.

Taganana: Un estudio antropológico social. Santa Cruz de Tenerife:
Aula de Cultura de Tenerife, 1980 pp. 119-124

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