Rincones del Atlántico


Breves apuntes sobre la explotación
mineralógica en las Islas Canarias


General es la opinión de que en la provincia de Canarias no tiene importancia alguna el ramo mineralógico, y tan perjudicial error, causa sin duda de que no aprovechemos todavía los tesoros que con mano pródiga ha derramado la naturaleza en nuestro privilegiado suelo, debe ser eficazmente combatido. Nosotros, impulsados por el buen deseo que nos anima en pro de la pública prosperidad, emitiremos algunas observaciones que tiendan al expresado fin, confiando en que otra pluma más ilustre abordará de lleno una cuestión de tamaño interés y que tanto puede influir en el futuro bienestar de este archipiélago.

Desde que los europeos comenzaron a posesionarse de estas islas en principio del siglo XV, se han venido explotando las canteras de tobas volcánicas para emplearlas como sillares en los edificios públicos y privados, alcanzando entre nosotros alguna celebridad la llamada cantera azul del monte Lentiscal de Canaria, por su fina textura y agradable color hermoseado con varios cristales de blenda córnea laminar diseminados en su masa.

De estas mismas tobas se labran las lozas que sirven para formar las aceras en las calles, los suelos de las iglesias y los embaldosados de los patios y varios salones de las casas; exportándose también en considerable cantidad para diversos puntos de América y África.

Otra clase de roca que vemos formarse diariamente en algunas de nuestras costas es la arenisca calvia. Se emplea en la construcción de los filtros denominados vulgarmente piedras de destilar y su uso es purgar el agua potable de la sustancia extraña que tenga en suspensión con lo cual se la hace más grata al paladar y más digestiva. Estas piedras-filtros también son muy apreciadas en América y el comercio no deja de sacar ventajoso partido de su exportación.

Una de las propiedades de la citada arenisca es la de endurecerse a la intemperie, circunstancia que la hace muy propia para emplearla en las construcciones civiles. Se puede citar como ejemplo el antiguo frontis de la Catedral de la Ciudad de Las Palmas en Canaria que se ha destruido recientemente con motivo de la reforma que ha sufrido este edificio. Las puertas y ventanas de los torreones, los peldaños de las escaleras y los escudos y adornos conservaban sus aristas tan vivas como en el momento en que fueron labradas. En la misma ciudad subsiste aún el frontis de la casa en que, según asegura nuestra historia local, estuvo alojado el descubridor del Nuevo Mundo, y dicho frontis, más deteriorado por la mano del hombre que por el tiempo, conserva bastante bien los adornos con los que el arquitecto hermoseó la puerta principal. Es lástima que se haya perdido el uso de esta arenisca como piedra de construcción, puesto que tanto se presta para la fácil ejecución de tallados delicados.

Las piedras de cal y yeso son también muy abundantes en el archipiélago. Hay cales medianamente hidráulicas que se emplean con ventaja en todas las construcciones civiles y militares; y en varios puntos de las islas asoman bancos de mármol, aunque de poca potencia. Se hallan asimismo piedras litográficas en Fuerteventura, pero su explotación no ha empezado todavía, quizás porque su existencia ha sido ignorada hasta la exposición provincial de 1862.

Según nuestras observaciones, los individuos que se ocupan en la quema de la cal podrían obtener mayores ventajas de las que se reportan actualmente si adoptasen los hornos continuos, con los cuales economizarían un tercio del combustible y la mitad del trabajo personal.

Creemos que para que el uso de dichos hornos pueda generalizarse entre nosotros, es necesaria una demostración práctica, y ésta debería llevarla a cabo alguna corporación o dependencia del Gobierno, con lo cual adquiriría seguramente vastas proporciones esta notable industria, y el país recogería abundantes beneficios.

Especialísima mención merecen por su innegable importancia las puzolanas de estas islas. Desde el año de 1856 en que tuvimos el gusto de darla á conocer empleándola por primera vez en la construcción de los prismas artificiales que se arrojaron al mar para asegurar nuestro muelle antiguo, no sólo se explota en utilidad de todas nuestras construcciones hidráulicas, sino que también constituye un artículo de exportación para buen número de mercados nacionales y extranjeros.



Vemos, pues, que las tobas, areniscas, puzolanas, cales y yesos forman un ramo de industria y comercio nada despreciable, el cual, aunque todavía no ha adquirido el desarrollo que es de desear, crece de día en día, merced al gusto que se va introduciendo en la construcción de los edificios particulares, en los que ya sustituye la cantería a la madera, con más economía real del propietario, y mejora del aspecto público.

¿Pero son todas éstas las únicas rocas de que aquí puede sacarse partido? Seguramente no. Teniendo en cuenta la estructura geológica de nuestras islas, sabiendo que pertenecen al periodo terciario mioceno, lo que se atestigua con las 300 especies de conchas fósiles que se hallan en capas a más de 50 metros sobre el nivel del mar, observando que en todas ellas se hallan las capas atravesadas por rocas plectónicas de más o menos potencia, fácil es de deducir la existencia, ya demostrada, de granitos, sienitas, mármoles, jaspes, ágatas, granates (han sido hallados por Von Buch en la Caldera de La Palma) etc., y que ha de llegar la época de su explotación. Nos expresamos con esta seguridad, porque durante el curso de algunos años hemos podido reunir muchos fragmentos curiosos de rocas, testigos elocuentes de una riqueza encubierta que espera la mano del hombre para que la muestre a la faz del Globo.

Tampoco deben relegarse al olvido las diferentes tierras más o menos calcinadas que se hallan en las islas y que bastará se las triture y decante para quedar convertidas en colores tan bellos como los más afamados de Italia.

No concluiremos estos ligerísimos apuntes sin dejar consignado: 1º) Que de nuestras estalactitas de color de carey y en un todo semejante a las del Peñón de Gibraltar puede sacarse gran partido, pues como éstas, son susceptibles de elaboración y producir mil utensilios, tales son tinteros, saleros, repisas, relojeras, etc.; 2º) Que poseemos muchas y muy variadas arcillas de las que se emplea hoy una exigua porción en confeccionar algunos objetos de alfarería. Ese arte se encuentra entre nosotros tan atrasado que, sin temor de exagerar, afirmamos lo practicaban con más perfección los antiguos guanches, quienes supieron utilizar el manganeso de las tierras para teñir con colores oscuros sus obras. Algunas muestras de éstas que conservan diversas personas aficionadas a coleccionar antigüedades, apoyan la verdad de nuestras aserciones; 3º) Que las margas, el rapillo y las arenas volcánicas rendirán a la agricultura pingües beneficios el día en que se sepa hacer de ellas acertada aplicación; y 4º) y último, que las aguas minerales miradas hoy con extraña indiferencia, son a nuestro entender un venero de riqueza que pudiera aprovechar la provincia si se explotasen en grande escala con aplicación a la medicina”.

Pedro Maffiotte
El Amigo del País: periódico de la Sociedad Económica de Santa Cruz de Tenerife, 1866


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