Rincones del Atlántico



¿Cómo atraer fauna
a tu huerta o jardín?


Juan José Ramos Melo
Naturalista y educador ambiental
Fotos: Juan José Ramos Melo - Rincones - Juan Carlos Adams - Imeldo Bello
Dibujos: Fran Torrents


Las zonas ajardinadas y las pequeñas huertas constituyen unidades paisajísticas sujetas a una elevada intervención por parte de los seres humanos. Esto las ha convertido en lugares en los que aparece una serie de especies faunísticas bien adaptadas a la presencia del hombre aprovechando los recursos que éstos generan, tanto alimenticios como de descanso y reproducción.

Un diseño y una gestión armónica de los jardines y huertas puede añadir al valor económico de sus objetivos productivos otros valores relacionados con la conservación de la naturaleza, de bienestar psicológico y cultural.

La fauna, tras su adaptación a este medio, comienza a desempeñar un papel vital en los procesos ecológicos de estas zonas. Además, en el caso de las aves, su accesibilidad y belleza las han convertido en los indicadores más populares de calidad natural de cualquier área.

El manejo de estos lugares para favorecer la presencia de fauna debe seguir tres líneas generales de trabajo: facilitar el alimento, facilitar refugio y crear zonas para la reproducción. Para ello cualquier actuación debe ser bien estudiada y comparada con otros modelos, cuando existan.

Sin lugar a dudas, cualquier tipo de intervención debe tener un diseño sostenible, lo más parecido posible a los ecosistemas o biotopos naturales. Para ello hay que estudiar previamente las condiciones ambientales del lugar donde vamos a construir o diseñar nuestro jardín o huerta, prestando especial interés a los aspectos climáticos, teniendo en cuenta la humedad relativa media, el régimen de lluvias, las temperaturas medias, etc., además de la hora de salida y de la puesta del sol en las diferentes estaciones, cercanía del mar, cercanía de áreas forestales, calidad de los suelos, etc.

Otro de los aspectos importantes es definir previamente los usos que vamos a hacer del espacio ajardinado o de nuestra huerta y delimitar bien aquellos lugares de uso intensivo y aquellas zonas que servirán como espacios de reproducción o refugio.

Atendiendo a las premisas anteriores, se plantea una serie de intervenciones a realizar en nuestro jardín o huerta con el objetivo principal de acercar a nuestros campos las diferentes especies de fauna que habitan en su entorno más próximo, y de este modo poder descubrir la fascinante vida secreta de la fauna canaria.

Pantallas de vegetación
El efecto físico del viento influirá directamente sobre la fauna y la flora presentes en nuestra huerta o jardín, especialmente si se enclava en las vertientes de barlovento de nuestras islas. Las pantallas de vegetación permeables actúan como filtros del viento, absorbiendo su energía y haciendo que la corriente reduzca su velocidad, y, lo que es más importante, proporcionan un importante lugar de refugio para muchas aves paseriformes y columbinas, además de servir de aislamiento para la fauna ante la presencia de visitantes.

Para la creación de los paneles de vegetación se necesitan especies de crecimiento rápido y de densa estructura, para poder crear setos a lo largo de los límites de la propiedad o de las zonas de alimentación de aves. Para ello las especies más recomendadas para las zonas de medianías son el brezo (Erica arborea), la faya (Myrica faya), el escobón (Chamaercytisus proliferus), y algún árbol frutal como pueden ser la higuera (Ficus carica), el castaño (Castanea sativa), el ciruelo (Prunus domesticus), el moral (Morus nigra), el almendro (Amygdalus communis)… En las zonas bajas, más próximas a la costa, es recomendable el uso del tarajal (Tamarix canariensis), el balo (Plocama pendula) y la vinagrera (Rumex lunaria), pudiendo realizarse densos setos con ellos. Éstos, además, se pueden combinar con frutales tropicales.

La creación de masas vegetales mediante la plantación de árboles y arbustos con alta productividad de frutos contribuye a aumentar la capacidad de acogida de la avifauna. Estos setos o rodales de vegetación aportan a las aves zonas de sombra y abrigo, así como lugares de cría y una fuente adicional de alimento por sus frutos y por la atracción que ejercen sobre diferentes tipos de insectos.

Ubicación de puntos de agua o bebederos
Los bebederos son estructuras conectadas a un depósito o a la red de abasto público y que se utilizan para satisfacer las necesidades de agua de la avifauna principalmente. La instalación de bebederos debe ser prioritaria en huerta o jardines de lugares donde no existen fuentes o manantiales.

Normalmente consiste en la construcción de un depósito al que se le acopla un bebedero alimentado automáticamente mediante un sistema de flotador y mimetizado con el entorno. Independientemente de la capacidad del depósito que alimenta el bebedero, al minimizar las pérdidas de agua, permite dilatar el tiempo necesario para reponer el contenido. Otros modelos de bebederos, utilizados tradicionalmente para las aves criadas en cautividad, se fundamentan en un sistema basado en el equilibrio entre la presión atmosférica sobre una superficie concreta y la ejercida por una columna de agua. Este segundo sistema no requiere ninguna estructura mecánica, pero el ahorro en el mantenimiento del sistema iría acompañado de mayores pérdidas de agua y, por tanto, se produciría un acortamiento del tiempo de reposición de los depósitos.

La superficie dedicada a espacio de avituallamiento, lugar donde las aves se posan a beber, puede ser variable en cuanto a tamaño y forma, aunque es recomendable usar pequeñas depresiones ya existentes sobre la roca. En algunos lugares se puede utilizar estructuras ya diseñadas, como charcos para aves, comercializadas en distintas ferreterías, jardinerías y centros comerciales, construidos en fibra y recubiertos de grava y arena.

Construcción de charcas
La construcción de una charca es vital para la presencia de ciertas especies, especialmente anfibios y algunas aves acuáticas. Al diseñarla se debe tener en cuenta el tamaño disponible para realizar la cubeta de inundación y simular la mayor diversidad de hábitats posible, tanto acuáticos como terrestres, siempre cumpliendo tres líneas generales de trabajo: facilitar el alimento, facilitar el refugio y crear zonas para la reproducción de las aves. Hay que tener en cuenta que se debe dar la mayor variación posible en cuanto a pendiente, profundidad y contorno.

Las profundidad óptima es de unos 25 cm, aunque puede variar entre los 10 y los 50 cm con el fin de posibilitar la mayor diversidad de especies. La pendiente no debe superar el 15 % para poder ampliar la zona interacuática.

Las orillas de la charca han de ser lo más diversas posibles, con zonas abiertas, del tipo playas con pendientes muy suaves, y otras no tanto, que serán repobladas con especies vegetales de mediano y gran porte, con el fin de proporcionar refugio a los anfibios y las aves.

La selección de las especies vegetales a implantar debe ser realizada con detenimiento, evitando especies de rápido crecimiento que amenacen con cubrir la superficie total de la charca. Para ello se recomiendan los sauces (Salix canariensis), aneas (Typha domingensis) y papiros (Cyperus sp.), que servirán de refugio, lugar de cría y descanso para las aves acuáticas.

Siembra de parcelas con cereales
La existencia de terrenos cerealísticos abandonados en las zonas de medianias próximas a nuestra huerta o jardín, además de favorecer la presencia de una serie de especies orníticas que basan su dieta en el grano, hace necesaria la recuperación de algunos terrenos baldíos, mediante la siembra de cereales, para facilitar alimento a las aves y evitar al mismo tiempo la erosión del suelo y conservar algunos valores etnográficos.

Las especies de cereales y granos que en un principio deben ser sembradas han de ser las siguientes: trigo (Triticum aesticum), especialmente de las variedades locales, avena (Avena sp.), cebada (Ordeum sp.), mijo (Panicum miliciaceum), panizo (Setaria italica) y alpiste (Phalaris sp.).

Estas especies deben ser plantadas mediante la técnica de siembra al chorro (a mano) como se ha realizado tradicionalmente. En principio se debería realizar dos siembras al año, una primera entre los meses de septiembre y octubre y otra entre febrero y marzo, partiendo de que el ciclo del trigo ronda los 5 meses, y habría que forzarla a un riego semanal durante el primer mes y medio tras cada siembra. En años posteriores la siembra se podría realizar tan sólo una vez coincidiendo con el mes de noviembre, en el que se producen las primeras lluvias en la zona, realizando un cultivo de secano.

Estos tipos de actuaciones, además de ayudar a las aves, servirán de puntos de observación para las especies orníticas granívoras que en ocasiones se hacen muy difíciles de ver, especialmente en terrenos abiertos.

Comederos artificiales para aves granívoras
En aquellos espacios más reducidos donde es imposible sembrar parcelas de grano, la construcción de comederos para aves granívoras puede ser una solución, ya que en ciertas épocas del año, como los inviernos, en los que hay muy pocas especies vegetales con semilla, las aves tienen que recorrer largas distancias para encontrar alimento.

La construcción y colocación de comederos artificiales en los que se depositan diversas especies de grano en lugares próximos a los caminos, además de ayudar a las aves, establecerá puntos de observación para estas especies que en ocasiones se hacen muy difíciles de ver.

Su construcción es muy sencilla, ya que consiste tan sólo en la colocación de una bandeja, semi-cuenco o similar, sobre una estaca de madera que luego clavaremos a algo más de un metro del suelo.

En él se podrán verter distintos tipos de semillas y granos (alpiste, millo, mijo, trigo, etc...) e inclusos preparados alimenticios para aves que se pueden comprar en tiendas de animales.

Colocación de casetas nido
La construcción y colocación de casetas nido, que sirven como refugio y lugar de nidificación para las aves que habitan nuestros jardines y huertas, se presenta como una necesidad para algunas especies, especialmente en nuestras islas para el herrerillo africano (Parus teneriffae), que no encuentra huecos en viejos árboles, sobre todo en aquellas zonas de reciente revegetación.

Las casetas pueden ser colocadas tanto en zonas urbanas como en zonas rurales o boscosas, pero siempre debemos buscar áreas con árboles jóvenes, donde existen menos troncos con huecos. Cuando las ubiquemos en nuestras zonas ajardinadas, debemos procurar que sea un lugar donde exista suficiente alimento para sus crías; que no se usen insecticidas ni productos tóxicos y que no haya muchos gatos merodeando por la zona.

Por otra parte, la altura ideal para colocar las casetas ronda entre los 2 y 3 metros, dependiendo de si es una zona muy visitada, en la que podríamos llegar a colocarlas algo más alto ya que las perturbaciones serán mayores y las aves no ocuparán un nido bajo.

La orientación de estas casetas es muy importante, debiendo dejar siempre el hueco hacia el Sur-Sureste para que a las primeras horas de la mañana tenga la incidencia directa de los rayos del sol. Además, con esta orientación evitamos las corrientes de aire húmedo del norte.

Las podemos colocar en cualquier época del año, aunque preferiblemente debe hacerse durante los meses de noviembre a enero, antes de que comience la temporada de cría. No hay que olvidar suministrar algo de material en su interior (pinocha, pelos, hierbas secas, etc...), con la finalidad de facilitar a los futuros ocupantes la búsqueda de materiales.

Colocación de farolas de escaso consumo
La contaminación lumínica es toda la luz que se emite o escapa por encima de la horizontal de las luminarias en una instalación de alumbrado de exteriores. Produce un halo luminoso o resplandor sobre las poblaciones, al iluminar las partículas de polvo o agua que el aire contiene en suspensión.

Así pues, toda la luz que escapa de las zonas que pretendemos iluminar, es decir, toda la energía desaprovechada, la podemos considerar como contaminación lumínica, puesto que directa o indirectamente tiene efectos negativos sobre el medio ambiente.

Como principal problema medioambiental que puede presentar este tipo de contaminación está el deslumbramiento y posterior accidente de las aves marinas procelariformes, pardelas y petreles, que se reproducen en la zona costera.

Para solucionar este tipo de impactos se debe seguir una serie de consejos relacionados con el tipo de luminarias a instalar en los exteriores. Para ello hay que evitar el consumo de luz innecesario, además de impedir que el haz de luz se extienda fuera de la zona que necesitamos iluminar, ya que esta energía que se pierde produce deslumbramientos.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el cristal de cierre de la lámpara debe ser plano y transparente, ya que los cristales abombados o prismáticos dispersan la luz produciendo importantes pérdidas de energía y deslumbramiento.

Por último, la boca del reflector debe orientarse siempre hacia el suelo, con el cristal de cierre en posición horizontal.

Además es conveniente utilizar bombillos de sodio a baja presión, ya que no utilizan metales pesados y consumen:
  • 5 veces menos que las incandescentes.
  • 2’2 veces menos que las de mercurio.
  • 1’5 veces menos que las de sodio a alta presión y fluorescentes.


Construcción de muros de piedra seca y rocallas
Las grietas que quedan entre las piedras son normalmente ocupadas por varias especies de reptiles que ocupan estos lugares como refugio. Así, en nuestras huertas o jardines se hace necesaria la construcción de estructuras de rocas alineadas y ordenadas formando muros o apiladas imitando estructuras naturales, rocallas.

Los muros principalmente deben tener espacios libres interiores donde los reptiles puedan permanecer ocultos. Para ello hay que evitar el uso abusivo de cemento y utilizar morteros de barro y arena para sujetar las piedras que dan forma al muro. Se recomienda el uso de rocas basálticas, poco trabajadas, lo más oscuras posible para garantizar el aislamiento térmico.

Las rocallas deben ser construidas con piedras naturales sin usar ningún tipo de argamasa, siendo colocadas de forma que se respete la posición natural de la roca, dejando grietas entre unas y otras donde en ocasiones depositaremos tierra fértil para plantar pequeñas plantas rupícolas, que mejorarán la estética de la unidad.

Así, ante la constante destrucción, degradación y contaminación de los ambientes naturales del archipiélago canario, nuestras huertas y jardines –al igual que las plazas, parques y parcelas– están destinadas a convertirse, cada vez más, en pequeños refugios y hábitats de alternativa para algunos de los exclusivos animales silvestres que pueblan nuestras islas.

De este modo, observar y estudiar la fauna común del jardín o huerta, de forma constante y regular durante todo el año, es tan importante para la conservación de la biodiversidad como buscar especies raras o amenazadas en lugares apartados.

PDF: Diversas tablas sobre fauna y jardín.

Canario silvestreMirlo común
Herrerillo africanoTórtola turca


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